sábado, 14 de agosto de 2010

Comillas como garras

Me encuentro, como hace casi un año, en la misma terraza de Almería (¿o era otra?) donde comencé a dar vida a los contornos que acabaron convirtiéndose finalmente en mi blog. Hoy voy a escribir, de nuevo, con la pluma como único cincel sobre el papel blanco, una nueva entrada, un nuevo día de la vida de un blog.

Bitácora: el diario de a bordo (¿o abordo el diario?), lo que ocurre en un barco o avión; la caja negra de nuestra vida donde queda registrado todo lo relevante en caso de tener que echar la vista atrás, en caso de accidente.... que es lo que somos, una suma de accidentes. ¿O hay una esencia única que soporta los accidentes, como diría Aristóteles? Ya perdonarán los desvaríos de un filósofo...

He cambiado de silla para estar más alto y ver el infinito horizonte del Mediterráneo (y eso que no es infinito y lo sé) enmarcado entre las dos montañas que dibujé el año pasado en este mismo cahier de dessin.

Comillas como garras. Ese era el tema. Una expresión que he leído recientemente en Ada o el Ardor de Nabokov. Lo siento... la genial metáfora no es mía. El significado, como resulta evidente hace referencia a esas palabras "entrecomilladas", sean escritas o dichas (la entonación y los gestos lo son todo en el discurso oral), y que guardan un segundo sentido o dicen otra cosa, o callan tras lo que dicen, o dicen tras lo que callan.

Es curioso, no sabía qué decir más que evocar la metáfora de Nabokov. Pero el paisaje me ha sugerido que estas dos montañas entrecomillan muchas cosas. Las torres del turismo de Aguadulce, los invernaderos de la carretera, la opulencia en plano corto del campo de golf y de sus insignes habitantes. Y, al fondo, el silencioso y calmo mar (o la silenciosa y calma mar, como preferiría el poeta, simplemente) mirándolos a todos, mirándonos a todos. Auténticamente entrecomillado, que dice más que todo lo que calla, mientras se funde entre la bruma con el azul del cielo, también infinito (mentira, y lo sé).

En fin, metáforas de metáforas. En el fondo , las comillas de estas montañas, estos invernaderos, la urbanización, el campo de golf, el Mediterráneo (nostrum por antonomasia) fundiéndose con el cielo, yo mismo mirándolo todo, no es sino un contorno más.

jueves, 12 de agosto de 2010

El Gran Burdel del mundo

Por más que busco y rebusco
aquí sólo encontraré
besos de segundos labios
caricias de segunda piel,

mujeres solas y cansadas
abrazos de alquiler,
encuentros en la tercera fase
amores de todo a cien.

Y no obstante no me resigno
rebusco y rebuscaré
como un mendigo en el vertedero
buscando algo para comer.