martes, 8 de marzo de 2011

El Vertedero (reflexión eco-ontológica)

Cada mañana el vapor emerge de entre las cloacas, y ve la luz aquel panal de innumerables enjambres, el crisol de la mal llamada civilización, el polen que reproduce la miseria humana allí por donde va, cuando libamos con nuestras costumbres, empeñadas éstas en ser las mismas y por tanto eso, costumbres, y reiterarnos en nuestra humanidad y por tanto en esa misma misera que nos constituye. Cada mañana se eleva el vertedero.

El vertedero lo es todo, y a la vez no es nada. Es todo ya que todo acaba en el vertedero y todo vive en él. Pero por eso mismo no viene a constituir una unidad holística, sino que es la acumulación no ya de sus partes, porque el vertedero por no tener no tiene ni partes, ya que las partes son partes de lo que alguna vez fue algo, y el vertedero o lo es todo o es nada, pero nunca la determinación de algo. El vertedero, por el contrario, deviene. Pero deviene vertedero. Deviene un ser que consiste en no ser. Su partes, como decíamos, no son partes; son restos. Restos de sobra y restos que restituyen otras cosas, nunca algo. El vertedero se pervierte revertiendo e invirtiéndose sobre sí mismo.

Todo se vierte en el vertedero y al mismo tiempo el vertedero vierte todo fuera de sí. El vertedero es un momento constitutivo de toda existencia, que nunca es completamente ajena al propio vertedero. Así pues, si una mente enferma quisiese rebelarse contra su ser y, lo que es peor, contra su no ser, y saliese de golpe del vertedero, tendría que aceptar un suicidio material, no hablamos ya del ético-psicológico, y decir que su cuerpo ni es ni no es, y eso viene a ser lo mismo que decir que se es Dios, locura semejante a la de aquellos que creen tener la omnipotencia de jugar a los dados con el mundo o, en este caso, con los restos de ese mismo mundo. Porque, digámoslo ya, nuestro mundo está hecho un vertedero, lo cual significa lo mismo que decir que el mundo es un vertedero.

Parece que tras esta breve introducción la conversación nos lleve a determinar qué es y dónde está el vertedero, qué hay en su interior, si es que acaso podemos decir que haya interior, pues esto significaría hablar de un exterior y ponerle límites al vertedero aceptando, por tanto, que sí pueda darse un estar-fuera-del-vertedero, como lo escribirían los "heideggeriados". El vertedero consiste en ser vertido y revertirse a sí mismo, con lo cual siempre se refiere a algún alguien que participa de ese ser. Este ser, humano o no, es lo que a partir de ahora llamaremos ser-resto o, abreviado, seresto. Nuestra determinación consiste en ser una sobra más.

También habíamos dicho que había que delimitar, esfuerzo ya de por sí vano, pues cómo delimitar lo ilimitado mas no con ello infinito, que es el dónde y cómo está situado el vertedero. El vertedero viene a ser algo así a lo que Ortega llamaba circunstancia, y perdónenme los ortegianos por comparar la límpida y filosofante circunstancia con el hediondo y repugnante vertedero y los efluvios que este emana continuamente. No obstante, el vertedero es lo que circunscribe al seresto y le hace serlo que es, sin que el seresto sea en sí mismo el vertedero pero sin que éste pueda pasar sin aquél. El vertedero es la circunscripción de los restos y éstos son tales en el vertedero. Por tanto, allí donde haya restos habrá vertedero, y donde haya vertedero se vertirán los restos, sin que podamos llegar a preguntarnos, como en el infantil acertijo o paradoja del huevo y la gallina qué fue antes, si el vertedero o los restos.

¿Dónde está pues el vertedero? En cualquier parte, entendiendo parte como el lugar en el que pueda haber restos, esto es, en cualquier lugar. El vertedero ocupa todo y cualquier espacio. Todo es digno, si este adjetivo es el más apropiado, de constituir un lugar para ser vertedero.

Pero, ¿hay acaso un vertedero en acto y otro en potencia? ¿Un vertedero actual con sus restos caóticamente ordenados y otro a la espera de ser llenado? En absoluto. Vertedero es todo el espacio y si éste, según dicen ciertas teorías bien conocidas, se expande, se expande también el vertedero. Quizás estaríamos tentados a afirmar que la expansión del espacio se debe únicamente a que el vertedero hace lo mismo, posibilitando así que se de ese mismo espacio, pero caeríamos nuevamente en la futilidad de preguntarnos lo de antes; ¿huevo o gallina? Pero la expansión no significa que lo expandido sea algo que antes no era: fuera del espacio o del vertedero no hay nada, entendido como que no hay el propio haber. La expansión consiste en la posibilidad real y por tanto no ya posibilidad sino actualidad necesaria (como diría un kantiano, condición de posibilidad dada en la propia experiencia), de haber espacio y vertedero.