jueves, 24 de mayo de 2012

Me encojo a once

Mi honor ruborizado acepta el reto
de ejercitar la lengua castellana
y no irme ningún día a la cama
sin un vaso de vino y un soneto.

No esperéis los cánones del poeta,
ni las rimas de Góngora y don Lope,
pues entre trago y trago, y al galope
diezmo la botella de Azpilicueta.

Tampoco creo ser ningún Cyrano
y a nadie increpo ¡gascones, marchad!
pues dar buenos consejos es en vano.

Pero mi espada la luna alumbrará
asida en la caricia de tu mano
hasta escupir al maldito Leviatán.


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